Introducción
En el presente post: “Es probable que le gustes a la gente más de lo que crees”, después de 10 años de investigación, surge la respuesta a la pregunta: ¿Tiendo a dejar una buena impresión en los demás o no? Los investigadores han encontrado que tendemos a subestimar la impresión que dejamos en los otros. Este sesgo tiene importantes implicaciones en la forma en que trabajamos y colaboramos con las personas.
La primera impresión es lo que cuenta
Las conversaciones iniciales pueden tener un enorme impacto sobre cómo se desarrollan las relaciones en el tiempo. Es natural que luego de conocer a alguien nos preguntemos ¿Le habré caído bien o solo estaba siendo educado?, ¿Les habrá gustado mi presentación?, ¿Estaban sumidos en sus pensamientos o profundamente aburridos?»
En las investigaciones realizadas surgió la pregunta: ¿La gente entiende las impresiones que dejan en los demás o su ansiedad los lleva a asumir lo peor? La respuesta es la segunda, que la ansiedad los lleva a asumir lo peor y por ello, no son capaces de notar la impresión que dejan en los demás, realmente.
La «brecha de gusto»
En estudios realizados en EE. UU. y el Reino Unido, pusieron a personas a hablar con otras que no conocían, en un acto de networking. Después, les preguntaron a las primeras, cuánto creían que habían gustado a sus compañeros y, a las segundas, cuánto les gustaba su compañero de conversación. Definieron “gustar” como: interés por conocer más a esta persona. La idea era comparar la percepción de gustar versus la realidad. Los resultados, las personas subestimaron sistemáticamente lo mucho que gustaron a sus compañeros de conversación y/o lo que disfrutaron de su compañía, una ilusión que llamaron “brecha de gusto.”
La brecha de gusto o las creencias demasiado pesimistas de las personas sobre la impresión que han causado tienen efectos que van mucho más allá de la primera impresión, los cuales pueden durar incluso meses. Por ejemplo, estar menos dispuesto a pedir ayuda, menos dispuesto a dar comentarios abiertos y honestos a los colegas y menos dispuesto a trabajar juntos en otro proyecto.
Décadas de investigación han demostrado que las relaciones sólidas en el trabajo reducen la rotación de personal, impulsan la creatividad, y aumentan la satisfacción laboral. Sin embargo, estos resultados no dependen sólo de lo que los demás piensan de nosotros, sino también de lo que nosotros creemos que los demás piensan de nosotros. Este último puede afectar nuestra capacidad de prosperar en el trabajo.
Centrarse en los aspectos negativos (sobre nosotros mismos)
¿Por qué es difícil ver cuánto le gustamos a la gente? Nuestras ideas autocríticas son las culpables. Si bien centrarse en las ideas autocríticas puede tener beneficios — por ejemplo, entender nuestros errores y aprender de ellos, también nos lleva a subestimar la impresión que otras personas tienen de nosotros.
Estas ideas autocríticas pueden aparecer también cuando anticipamos una conversación. Cuando las personas esperan hablar con alguien que es diferente a ellas en alguna forma (de otra raza, edad, origen sociocultural o incluso de una división diferente dentro de la empresa), las investigaciones muestran que sus expectativas se inclinan hacia el pesimismo, lo que hace que la gente evite a menudo hablar con ellas. Esto significa que, la brecha de gusto, puede actuar como una barrera que nos impida crear redes más diversas y lugares de trabajo más inclusivos.
Cambie su atención
¿Qué podemos hacer para alinear mejor nuestras creencias con la realidad? Intenta enfocarte en tu compañero de conversación, muestra genuino interés por él, hazle más preguntas y realmente escucha sus respuestas. Cuanto más te centres en la otra persona y menos te enfoques en ti mismo, mejor será tu conversación y menos tu mente se centrará en todas las cosas que crees que no hiciste bien.
Además, las investigaciones demuestran que las personas en una conversación, a menudo están más preocupadas por sí mismas que por los demás. Esto significa que probablemente ni siquiera noten los errores que cometes en una conversación, sobre los cuales te quedas rumiando.
A continuación, presentamos un par de ejemplos sobre una prueba de laboratorio, que refleja lo mencionado:
Ejemplo 1:
- Participante 1: «Ella parece ser una persona muy genial. Me da la impresión de ser amigable, sociable y con grandes logros».
- Lo que la Participante 2 creyó que el Participante 1 pensaba de ella: «Probablemente parecí demasiado entusiasta. Espero haber parecido agradable».
Ejemplo 2:
- Participante 1: «Ella parecía muy agradable. Era tranquila, pero agradable al conversar».
- Lo que la Participante 2 creyó que el Participante 1 pensaba de ella: «Quizá di la percepción de que no estoy tan involucrada en mi comunidad y de que no soy muy sociable».
Conclusiones
Tiene sentido que las personas estén atentas a fuentes potenciales de vergüenza, incomodidad o juicio. Pero estos temores a menudo son ilusorios, o al menos exagerados. Una buena manera de superarlos es salir y entablar una conversación con alguien nuevo. Llama a esa persona con la que has estado pensando en hablar, saluda al colega que has estado evitando o regístrate en ese evento de networking e intenta cambiar tu atención hacia tu compañero de conversación en lugar de hacia ti mismo. Seguramente te darás cuenta de que a las personas les gustes más de lo que piensas.
Fuente: adaptado de HBR. People Probably Like You More Than You Think